Préstamos de Capital Privado

El capital privado ha sido una realidad desde hace ya muchos años. Cuando la gente posee grandes cantidades de dinero y no sabe dónde invertirlo para poder obtener una determinada rentabilidad realiza un estudio sobre las diferentes posibilidades. Una de las opciones más rentables es proveer nuestro capital para que se concedan préstamos de capital privado. Dependiendo de cómo lo realice el prestamista, podrá optar por actuar de manera individual o hacerlo a través de una sociedad que provea a los diferentes prestatarios solicitantes.

Optar por destinar el dinero a este tipo de fondos tiene una principal ventaja para el prestamista, la rentabilidad. Al no estar regulado por ninguna entidad el cliente va a obtener unos rendimiento mucho mayores que si lo invirtiera en cualquier tipo de fondo de inversión tanto de renta fija como variable. Otra gran ventaja de esta opción es que en el mercado siempre y cuando decimos siempre es siempre, va a existir alguien que reclame este tipo de préstamos porque en ninguna entidad financiera le conceden el capital solicitado bien sea por no cumplir los requisitos mínimos o porque la cantidad no puede ser facilitada. El hecho de que exista tanta demanda garantiza a los interesados en este tipo de mercados una rentabilidad casi garantizada. Desde el punto de vista de los prestatarios, el capital privado supone una oportunidad única de solucionar sus problemas financieros ya que sin ellos no podrían obtener capital de ninguna manera tras recibir las negativas de bancos y sociedades de crédito rápido.

Entre los argumentos en contra que podemos encontrar el fundamental es el riesgo de impago tan evidente que existe. Los bancos y entidades financieras tienen unos gabinetes jurídicos y bufetes de abogados tremendamente poderosos pero un prestamista trabajando de manera individual por muy bien que haga las cosas y muy legal que trate de ser nunca va a tener esa fuerza que tienen los bancos. Por tanto en caso de impago tendrá que recurrir a la justicia ordinaria y esperar a que el juez tras el juicio dicte sentencia, mientras tanto el dinero se ha perdido. El impago suele desembocar en embargo y la mayoría de veces el prestamista se ve en posesión de propiedades que no desearía tener y que han sido embargadas a sus deudores. Otro aspecto negativo es el plano moral, la sociedad no ve con buenos ojos que los bancos se lucren con excesivos tipos de interés en cualquiera de las modalidades de préstamos tanto personales como hipotecarios que ofrecen, pues aún peor valoran el hecho de que un individuo con gran cantidad de dinero facilite un préstamo a alguien económicamente desesperado para más tarde exigirle unos intereses exacerbados.

Los expertos financieros recomiendan que siempre que se vaya a realizar cualquier tipo de intrusión en este tipo de mercado, los prestamista tengan muy claro al lugar al que acceden ya que pueden ganar mucho dinero pero también pueden sufrir unas serias pérdidas en conceptos de impagos. Como bien dice el refrán; “La unión hace la fuerza” y en estos casos lo mejor es acudir a sociedades que se dedican a este tipo de operaciones, que cuentan con un respaldo jurídico considerable y que poseen un tamaño suficiente como para garantizar una cierta tranquilidad al cliente.

En definitiva se trata de un mercado francamente complicado en el que tanto prestamistas como prestatarios si algo no sale de acuerdo con lo establecido pueden sufrir serios problemas, de embargo por parte de los prestatarios y de pérdidas económicas por parte de los prestamistas. La existencia de algún órgano regulador de este tipo de transacciones mejoraría las condiciones aunque reduciría considerablemente los beneficios de los prestamistas los cuales ya no estaría dispuestos a continuar prestando su capital.