Créditos Privados

Cuando las personas se encuentran ante apuros económicos severos y requieren de financiación externa pueden optar por diversas opciones, la más común es solicitar la cantidad necesaria a una entidad financiera como puede ser un banco en forma de préstamos personal, otra opción será la solicitud a una sociedad crediticia de créditos rápidos cuyas condiciones resultan mucho más duras que las que puede solicitar un banco en concepto de intereses y tasas. Existe una tercera opción que es lo que se denomina créditos de capital privado que se destina entre otras muchas cosas a los créditos privados personales. Los créditos privados suponen esa última oportunidad para todas aquellas personas que no han logrado obtener financiación a través de entidades financieras o de sociedades crediticias. El funcionamiento de los créditos privados es sencillo ya que se ciñe a la oportunidad que ofrecen personas particulares que desean obtener un rendimiento de su capital en un corto plazo. Al hablar de crédito entendemos que se tratan de créditos al consumo que no superan una cantidad mínima estipulada, por lo general este tipo de créditos se sitúan en torno a los 6.000 euros aunque al tratarse de capital puramente privado estas cantidades podrían varían en función del acuerdo al que lleguen prestamista y prestatario.

En la mayoría de créditos privados, los prestamistas suelen buscar una rentabilidad elevada de sus capitales y para ello imponen unos tipos de interés altos con los que generan rendimiento a su capital. Si las entidades financieras o fondos de inversión ofrecieran unas rentabilidades mayores que las que se pudieran obtener mediante los créditos privados, estos no existirían ya que no tendría sentido por parte de los inversores no depositar el dinero en el banco para obtener así una mayor rentabilidad. El principal problema que presentan los créditos privados en muchas ocasiones es la falta de transparencia tanto en la cesión del dinero como en el pago del mismo.

Una de las ventajas que poseen los créditos privados es que no requieren mucho tiempo desde su solicitud hasta que son concedidos ya que los requisitos para obtenerlos son bastante sencillos. Al no requerir mucho tiempo no genera tanto gasto adicional como podrían ser los gastos de apertura o cancelación, de estudio o modificación.

En caso de impago, las entidades financieras tiene un gran poder judicial a la hora de afrontan sus juicios ya que cuentan con documentos legales, pero en el caso de que no exista contrato la situación se puede complicar ya que la denuncia ante la justicia va a resultar más embarazosa por el hecho de que se estaba realizando una actividad al límite de lo legal. Los bancos tras el juicio, si lo ganan reciben tantos bienes del individuo morosos necesarios como para cumplimentar la totalidad de la deuda o al menos la mayor parte posible. El embargo despropia a los individuos de sus posesiones pero aún han de hacerse cargo de la deuda contraída con el banco.

Tanto analistas financieros como expertos del mercado económicos recomiendan encarecidamente que este tipo de créditos se realicen mediante la firma de un contrato certificado ante un notario con el fin de que en caso de que surgiera cualquier tipo de contratiempo durante el periodo de duración del crédito, este no se pudiera ver alterado por el prestamista o por el prestatario, quedando plasmadas en papel las condiciones que ambos pactaron en el momento de la firma del documento y que ambos han de respetar. Realizar este tipo de préstamos sin ningún contrato de por medio supone que el prestamista (aquel individuo que presta el capital privado) se arriesgue a sufrir un impago y el prestatario (aquel individuo que recibe el capital prestado) a sufrir modificaciones en los tipos de interés, los plazo o cualquier tipo de cambio que empeorase sus condiciones inicialmente pactadas.